Era una mañana cálida y soleada en la Pradera Dulce Miel. Todos se encontraban haciendo sus tareas diarias, algunas hadas estaban recogiendo flores, otras ayudando a algún niño que lo necesitara, otras cocinando, todas muy entretenidas como era de esperarse.
Mientras tanto, en el Valle Merengue Encantado había un entrenamiento especial con tucanes y mariposas ya que los duendes serían los encargados de hacer la ceremonia de inauguración anual del "Día de Inten-Gracias". Para los que no saben, en este día se celebraba una de las ceremonias más importantes para la comunidad de duendes y hadas, quienes se preparaban todo el año para llevar a las Urnas de los deseos, intenciones y agradecimientos, todas las tarjetas que habían acumulado en ese tiempo.
Dulce de Fresa y Coco Miel eran la hadita y el duende, guardianes de cada urna. El día de la ceremonia las recogían del Monte Silencioso y las llevaban con mucho cuidado al altar que preparaban para la celebración. Una vez terminada la fiesta, los guardianes volvían a agarrar las urnas y las dejaban nuevamente en el monte hasta el próximo año.
Ya estaba todo preparado, Chocolate había partido con su equipo de duendes danzantes hacia el Monte Silencioso. Vainilla ya estaba en el lugar decorando cada una de las sillas y caminos con jazmines y rosas turquesas. Todos estaban muy emocionados. Dulce de Fresa y Coco Miel iban en busca de las urnas. De repente, en el silencio del monte se escuchaban voces:
"Qué raro ese ruido, viene de las urnas" - comentó Dulce de Fresa.
"Imposible", dijo Coco Miel, "No debería haber nadie por aquí que no seamos nosotros".
Los guardianes de las urnas apuraron el paso porque se dieron cuenta que algo no andaba bien. De repente vieron salir un a un hombrecito extraño, con una bolsa gigante y detrás lo corría otro hombrecito gritando: "Ogro deja ya las urnas de las Inten-Gracias!!!!, no son nuestras, no nos pertenecen!" y el hombrecito de traje azul pegó un salto profundo y se tiro arriba del hombre gris.
"Que está pasando aquí", exclamaron juntos Dulce de Fresa y Coco Miel, interponiéndose en el camino de las dos extrañas criaturas. "Eso es nuestro, ustedes no deben estar aquí!", aclararon.
"Soy Salvador y él es Ogro, el más gruñón de toda nuestra comunidad. Vivimos en el Valle de Menta, ubicado a pocos metros de aquí. Al escuchar su celebración cada año, y oír los cantos y risas de festejo, los ogros se ponen muy gruñones y molestos, y siempre sueñan con robarles las urnas para que no exista más la celebración. El año pasado a penas finalizó el evento, Ogro y sus hermanos empezaron a planear este gran robo. Como yo me di cuenta de su plan, lo seguí para impedir que esto suceda".
Dulce de Fresa y Coco Miel miraron muy emocionados a Salvador, quien de un tirón le arrancó a Ogro la bolsa con urnas y se las devolvió a los guardianes.
"Mi familia y yo nos aseguraremos que esto no vuelva a pasar", aclaró inmediatamente.
Ogro y Salvador se levantaron del piso y ya se disponían a retirarse cuando Coco Miel exclamó: "Por qué no se quedan?. Quizás si son parte de la ceremonia y pueden entender porque estamos contentos y festejamos, el año que viene pueda unirse toda su comunidad".
Los guardianes de las intenciones, deseos y agradecimientos habían comprendido lo que realmente sucedía, Salvador y Ogro, como el resto de la población de Valle de Menta, querían ser parte de la celebración pero no lo habían pedido de la forma más adecuada.
Esa tarde la celebración fue maravillosa como siempre, y además los duendes y hadas habían recibido con mucho amor a los nuevos integrantes. Las urnas en manos de sus guardianes emprendieron otro camino, esta vez, a un lugar mucho más especial, que el Monte Silencioso...se animan a descubrirlo?
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