Todo lo había hecho y todavía quería seguir explorando nuevas sensaciones.
Mientras se preparaba su chocolate caliente para ir al pico mas montañoso del valle a pensar, trataba de recordar cual de todas las diversiones que le proponía a los niños cuando lo necesitaban podría utilizar para divertirse el mismo.
Cuando su chocolate estaba espumoso, calentito y listo para tomar, apoyo en su canastita su tasa, su termo y tomó un alfajor de fresa que algún niño le había regalado en forma de agradecimiento por su ayuda.
Una vez sentado en el pico montañoso, mientras desayunaba feliz y relajado, empezó a pensar: "Ya se!, puedo jugar a perseguir liebres de masa pan por el bosque...". "A no!, eso lo hice hace dos semanas...". "Ya se!, puedo armar formas de madera para los vecinos del valle!". A no, eso lo hice hace 5 días.
"Ya se!, puedo perseguir hormigas y gusanos, ayudándolos a construir sus refugios y cuevitas bajo tierra". "Podría traer mi lupa, mis herramientas...."
Y de repente al levantar la mirada, vió que Vainilla paseaba volando y al verlo le dijo: ´"Hola Chocolate!!!!!, hoy estoy muy apurada!!!....nos vemos más tarde".
En ese momento se dio cuenta extrañamente de lo que quería!, de lo que tenía ganas de hacer!!!. Chocolate quería volar!, tal cual como Vainilla lo hacía. Pero había un problema...Vainilla tenía alas, porque era un hada, en cambio Chocolate no podía hacerlo por si solo.
Al principio se desilusionó pero después se acordó que en el último valle del Prado Dulce Miel, donde vive Vainilla, se encontraba el Prado Fantasía de Color, un lugar único por los colores tan brillantes de sus plantas y flores, habitado por mariposas gigantes que podrían darle un hermoso paseo.
Chocolate emprendió su camino hacia allí, la distancia no era demasiada así que sabía que le quedaba muy poquito tiempo para emprender su próxima aventura.
Continuará...


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