Silvio y Ana siempre jugaban con sus nietos y les contaban las memorables leyendas que ellos sabían acerca de Vainilla y Chocolate.
En realidad, estos dos abuelitos nunca habían visto realmente ni al hada ni al duende, pero en su pueblo se conocían numerosas historias que ellos repetían una y otra vez.
Silvio hacia un año que se había caído en el bosque mientras jugaba y recogía leña junto a Pedro y al resto de sus nietos. Desde ese entonces usaba un lindo bastón que los papas de Pedro le habían tallado, barnizado y decorado.
Pedro siempre acostumbraba a quedarse a dormir en la casa de Silvio y Ana, adoraba los chocolates calientes que le preparaban en las meriendas y las tortas fritas caseras para los desayunos.
Esa mañana, Pedro le había pedido a su abuelo que le ayudara a perseguir mariposas fuera de la casa. a Pedro le encantaba jugar a que las mariposas huían de su lado y el con una red trataba de atraparlas, pero si llegaba a agarrar alguna enseguida la dejaba en libertad.
Cuando salieron de la casa vieron tantas mariposas de color azul, rojo, dorado, verde, turquesa, tantas tantas que Pedro no se pudo contener y salió corriendo tras ellas. Silvio, al querer alcanzarlo dio dos pasos, piso una rama que estaba suelta sobre el barro y sin querer trastabillo. Por mas que trato de hacer mucho esfuerzo para no caerse sujeto fuerte su bastón contra el suelo duro de su jardín y el bastón estallo en mil pedacitos. Silvio cayó sentado al piso.
Pedro enseguida fue corriendo a buscarlo, apenas lo pudo ayudar a levantarse, y lo sentó sobre un banquito que estaba en la galería a la salida de su casa.
Por suerte, esa mañana nuestros amigos Vainilla y Chocolate estaban dando un paseo juntos por el Valle porque recién habían terminado la asamblea mensual de Hadas y Duendes, que en otro relato de estas historias, les contare de que se trata.
Vainilla estaba ayudando a Chocolate a decidir que nueva diversión proponía para el festival del Color que se aproximaba, cuando de repente sintió ese cosquilleo en sus parpados y sus ojos se volvieron celestes.
Por suerte Chocolate conocía a Pedro y a su familia, porque en varias oportunidades había tenido que proponerle alguna diversión familiar.
Chocolate le dijo a Vainilla que la casa era muy cerca así que juntos se dirigieron para allí. Al llegar vieron a Pedro muy preocupado junto a su abuelo. -Hola Pedro que sucedió?-, pregunto Chocolate.
-Mi abuelo se ha caído, se le ha roto el bastón y a penas pude ayudar a pararlo. Dijo Pedro muy triste.-Vainilla le respondió:-No te preocupes Pedro, justo hemos traído unas vainas de Vainilla ahumadas y unos cubanitos de Chocolate amargo. Con esto y un poco de nuestra magia, le haremos el mejor bastón que tu abuelo pueda tener.- Así, en cinco minutos Silvio tuvo un nuevo y mágico bastón, que utilizaría a partir de ahora.
-Gracias!, contestaron Silvio y Pedro con mucha alegría, pero los ojos de Vainilla seguían celestes y el pelo pelirrojo de Chocolate se había vuelto marrón.
-Que ocurre?- pregunto Chocolate. –Porque estas triste y aburrido si ya hemos solucionado el problema de la caída de tu abuelito?-
-Pedro respondió- estoy aburrido y triste porque las mariposas se han ido y yo no he podido jugar. Chocolate le respondió:- se han ido las mariposas pero con estas gotas de caramelo de miel suave que te daré seguro que puedes lograr que todos los insectos del jardín vengan a ti. Una vez que todos estén cerca podrás sacar tu lupa y observar a todos los insectos encantados de este bosque.
Y así Pedro tomo los caramelos y muy pronto se dispuso a jugar con el abuelo otra vez.
Vainilla, ya con sus ojitos color café, y Chocolate, con su pero anaranjado, volvieron a su hogar a continuar con la organización de su festival tan soñado.

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